Las siglas LMT responden a las iniciales de Luis Moya Tortosa, un ingeniero técnico agrícola, que tras varios años trabajando en diversos proyectos vinícolas de Navarra y Rioja, se lanzó en 2012 a elaborar sus propios vinos, resultado de años de experiencia y, sobre todo, de una gran pasión.

Su primer contacto con el mundo del vino llegó a través del bar que regentaba en su pueblo, Burlada. Simultáneamente, comenzó a trabajar en la Cooperativa Santo Cristo del Amparo de Aibar, Navarra y, absolutamente embelesado por el mundo del vino, se fue a Madrid a Estudiar un Máster en Enología, Viticultura y Marketing del Vino. Posteriormente, pasó unos años en la estación de Enología y Viticultura de Navarra donde se dedicó a la elaboración del vino institucional de la comunidad, así como al diseño de numerosos ensayos de investigación. Al mismo tiempo se licenció en Enología por la Universidad de la Rioja y completó su formación obteniendo el certificado de la prestigiosa Wine And Spirits Education Trust Level 3. Mientras trabajaba como enólogo en Vitivinícola de Cárcar se embarcó en su propio proyecto y elaboró su primer vino, Masusta, con el que empezó todo.

La pasión que Luis siente por el mundo del vino hace que además de elaborar nuevos vinos siempre esté dispuesto a viajar y a conocer zonas en las que aprender e inspirarse. Su mundo particular se asienta en Navarra y Rioja, en sus terruños y, muy especialmente, en la variedad garnacha. Moya se define como nómada, pues elabora en diferentes lugares; no tiene bodega propia, así que alquila espacios y depósitos. Incluso tiene vinos nómadas, vinos que varían de región y uva en base a su movilidad y al momento, y que conviven con los que provienen siempre del mismo viñedo y son elaborados en distintas bodegas de San Martin Unx en Navarra. Para LMT Wines la vida del suelo es importante y su cultivo debe hacerse de forma responsable. Por ello no usa ni herbicidas ni insecticidas y defiende que necesitamos la biodiversidad para mantener el equilibrio natural. Este respeto innegociable por la naturaleza se prolonga hasta la bodega, donde Luis apuesta por no maquillar los vinos. Los elabora de manera absolutamente artesana, con levaduras indígenas y un ligero control sobre la temperatura en fermentación, buscando siempre la menor extracción. Evita clarificar los vinos, filtra de forma suave en contadas ocasiones y la estabilización se hace de manera natural gracias al frío del invierno. Esta es la forma de Moya de conseguir reflejar el suelo y el entorno de cada viñedo, fermentando la uva y poniéndola en botellas, haciendo vinos puros y honestos.